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En un contexto en el que los derechos de la mujer se encuentran limitados y vinculados a su pasado horizonte cultural, sin vida pública, recluida en su casa donde actuaba como si de una sirvienta se tratase, y relegada social y religiosamente; aparece Jesús con un trato exquisito hacia ellas, revolucionario en sus palabras y acciones, devolviendo a la mujer el estado de igualdad recibido por Dios en la creación. Estas, con una constante y reconocida actividad dentro de la incipiente iglesia, Pablo afirmará que ya no hay hombre ni mujer en Cristo; ante él todos somos uno.

Samuel Gil
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